sábado, 30 de julio de 2016

PENCZ [1541] Envidia

Envidia: Mujer alada que devora su corazón, junto a un perro


La imagen arquetípica de la Envidia es una mujer que devora su propio corazón, como aparece en este espectacular grabado de Georg Pencz (c.1500-1550), uno de los mejores grabadores del siglo XVI, fechado en torno a 1541. La Envidia, junto a un perro, aparece devorando su propio corazón. Al pie puede leerse la inscripción Invidia. Meipsam tabefacio ("Envidia. Me consumo a mí mismo"), inspirada en Ovidio: "[...] devora y se devora a la vez" (Metamorfosis II, 783)

La imagen alegórica de la Envidia, como una mujer Vieja que come víboras y se destruye así misma, devorándose el corazón, queda configurada desde la Edad Media. Las Homilías de san Basilio ayudaron igualmente a establecer el arquetipo.

La Envidia devorando su corazón. Le roman de la rose (MS e Mus. 65, fol. 6r. Francia, c.1390)

"Consideremos quan vil vicio y quan avillanado, quan sin provecho es el de la invidia. Visto que por ser enbidioso nenguno alcança a tener más bien, ni por eso le viene menos bien, a aquel de quien se tiene la invidia. Mas antes ha lo peor el enbidioso, porque se roe las entrañas, y se consume en todo su cuerpo y no osa confesar su enfermedad" (Juan Luis Vives, "Oración contra la envidia", en Comentarios 1537: I7). 

Por lo que respecta al perro, es un conocido atributo de la envidia, señalado ya por Avicena, noticia que da Bartolomé el Inglés, y san Agustín: "Aquél es embidioso quel bien ageno faze suyo, y si no lo puede fazer da bozes por las calles y por las plaças, y ladra assí como can" (san Agustín, Sermón XVII, "de la embidia", 1502: d6). 


"Es aun el perro con esto muy embidioso, y dize Avicena que coge las yervas en ascondido con las quales él se purga por gómito. E á miedo por su gran embidia que alguno conozca la virtud de la tal yerva con que se purga; y aun comúnmente án gran embidia quando en la casa de su maestro entra otro alguno, temiendo que por el otro él será menospreciado, y por esto pugna él por lo echar prestamente fuera. Y es él aun muy codicioso y escaso, y muy estudioso a esconder la vianda que le sobra, ca él pone en lugar muy secreto los huesos y carne que no puede comer, y no lo quiere comunicar a los otros que mueren de fambre, mas después que él siente que el apetito, él solo los come" (Libro de proprietatibus, XVIII, 25. 1529: p2)

Por concluir, recordemos la fábula de Esopo acerca "del perro envidioso", con su correspondiente moralización:

"Del perro embidioso. "El embidioso assí mesmo es dañoso". Algunos son embidiosos en tanto grado que aun han embidia de los otros en las cosas que ellos no pueden aver, y aunque a ellos no aprovechan, empiden y embargan a los otros según que se collige desta fábula. El perro yazía en un pesebre que era lleno de feno y venían allí los bueyes a los quales no dexava comer dello ladrando y mostrándoles sus dientes con saña. Entonces dixeron los bueyes. Cata que hazes mal y perversamente mostrando que has embidia a la nuestra naturaleza, que no puedes tú usar ni aprovecharte desto, porque no es de tu linaje comer feno y paja, y defiendes que no lo comamos nosotros que es nuestra natural vianda. E assí mesmo este perro tenía un huesso en la boca el qual no podía roer, mas no dexava que lo royesse y se aprovechasse otro perro. Esta fábula quiere dezir que la embidia no se puede quitar de ligero, mas que se quita con gran trabajo y su natura es que no sabe folgar" (Esopo, Fábulas extravagantes, 11. v. Fábulas, 1546: 114v-115).