La Victoria se convierte en el Renacimiento en una figura imprescindible en el arte oficial cortesano, presente prácticamente en todos los grandes ciclos alegóricos de los siglos XV a XVIII. Nike fue una de las deidades primordiales que se pasaron al lado de Zeus en la Titanomaquia (Teogonía, 383-403) como símbolo de su triunfo, y así por extensión, la Victoria pasa a ser un verdadero atributo en sí misma para dioses, héroes y hombres.
Como personificación de un ente abstracto, la diosa griega Nike carece de mitología, pero a pesar de ello siempre gozó de una enorme presencia en el arte de la Antigüedad. Sus primeras representaciones datan de comienzos del siglo VI a.C., cuando su imagen aparece ya definitivamente formada: jovencita con alas que corre o vuela, con túnica corta o larga (opción que termina prevaleciendo) y un manto que se mueve a merced del viento (que suele desaparecer); lleva en la mano una corona, con la que laureará al vencedor, y una jarra, o pátera, para invitarle a beber. Más tarde los atributos se multiplican: palma, cintas, armas, trofeos militares, trípode, cítara, según la victoria que se celebre.
La Victoria, con larga túnica, en manos de Roma, sentada sobre los despojos de sus enemigos. Personificaciones antiguas como la Victoria, fáciles de reconocer en las monedas por las inscripciones, resurgen sin grandes cambios a partir del siglo XIV. En este grabado de Giovanni Battista Palumba se recupera la figura del ángel alado portador de palma y corona de laurel (Italia, 1500-1510).
Nike puede aparecer en los contextos más variados. Su imagen volátil, a menudo de pequeño tamaño, puede acompañar a los dioses o coronar a hombres (militares, atletas, artistas). Puede aparecer en un carro tirado por caballos, como símbolo de su poder, o sobre la proa de un barco. Como símbolo de los triunfos militares su imagen se difunde por todo el Mediterráneo con más o menos variantes, aunque la corona y la palma seguirán siendo sus atributos predilectos, incluyéndose además el águila de Júpiter, símbolo del Imperio, la Cornucopia, y los Trofeos con las armas de los vencidos.
Imagen arquetípica de la Victoria, elaborada por Nicoletto da Modena, con sus atributos más habituales, alas, palma, trofeos militares y corona de laurel (Italia, 1500-1510).
"La palma y galardón se suele dar por el trabajo, y por tanto no verna mal dezir aquí della. Muy sabida es a todos, la palma significar la victoria, y que a los victoriosos los romanos les davan ramos, y coronas de palmas que significassen triumpho. Tanto es esto verdad, que en lengua latina por la palma se entiende dar la victoria. Assí dar la palma se entiende dar la victoria. E como dize Plutarco en las Questiones convivales, aunque para cada género de victoria y hecho señalado havía particulares y señaladas coronas con que honrravan a los que los alcançavan, [...] la palma a qualquiera victoria convenía y era general señal de vencimiento. Mas porque haya tenido esta significación la palma más que otro árbol, escriven los antiguos que fue la causa, una maravillosa propiedad de la madera della, la qual sin ser experimentada, la auctoridad de los que la escriven la haze tener por cierta, los quales son Plinio en el libro diez y seys, y Aristóteles en sus Problemas, y Teofrasto en el quinto, Aulo Gelio en el tercero, y Plutarco en sus Simposíacos, todos los quales escriven y afirman que la madera y vigas que de la palma se hazen si la apremian con peso o carga excessiva y demasiada, assí como todas las otras maderas se avigan y abaxan para baxo, venciéndose y sojuzgándose de la carga, y peso. La madera de la palma por el contrario siendo assí cargada demasiado, resiste al peso y contra él repugnando se encorva y entuerta para arriba, y se haze como arco hazia la carga. Por esta causa pues dize Plutarco, y Aulo Gelio, que pues el que venció a otro no se dexó vencer del miedo ni peligro, ni se enflaquesció en él, antes resistiendo y trabajando alcançó la victoria; el tal fue notado y señalado con el árbol, que naturalmente tiene la semejante propiedad de vencer y resistir a la carga. De manera que de aquí paresce vino a dar palma a los vencedores. Otros dizen
Victoria alada, carente de atributos, recostada sobre un enorme montón de despojos. Una temprana tentativa de desnudar a la Victoria a cargo de Jacopo de Barbari, que no terminó de cuajar en el XVI (Italia, c.1498).
Entre las escenas más interesantes en las que interviene la Victoria (aparte de en la coronación simbólica de dioses, reyes o príncipes) se encuentran las relacionadas con la Historia. Se dice que ésta la escriben los vencedores, y es cierto, a juzgar por estos preciosos grabados.
Los despojos de la batalla, apilados sobre un árbol. Grabado de Daniel Hopfer (Alemania, 1505-1536). En el centro de la imagen, un águila con las alas extendidas preside la escena, donde la Victoria (mujer alada y desnuda, portando la palma) narra los hechos a la Historia (joven alado y desnudo, que escribe sobre una tabla).
"Representaban los Antiguos la Victoria bajo la forma de un Ángel, dotándola de alas, y poniéndola a menudo sentada en un Trofeo formado por los despojos del ejército enemigo. Acostumbraban además representarla con una palma y en Escudo" (Ripa, Iconología, "Victoria. v. Ripa 2002: II, 402).
"Representaban los Antiguos la Victoria bajo la forma de un Ángel, dotándola de alas, y poniéndola a menudo sentada en un Trofeo formado por los despojos del ejército enemigo. Acostumbraban además representarla con una palma y en Escudo" (Ripa, Iconología, "Victoria. v. Ripa 2002: II, 402).
La Victoria deja constancia escrita de sus hechos. Grabado de Adamo Scultori a partir de un dibujo de Giulio Romano (Italia, 1547-1587), quizá inspirado en una medalla de Vespasiano, donde se ve a la Victoria escribiendo sobre un escudo puesto junto a una palma, o de Domiciano donde una Victoria alada aparece escribiendo sobre un escudo colgado de un árbol (Ripa, Iconología, "Victoria", v. Ripa 2002: II, 402).
Con respecto a las escenas alegóricas, y por ir concluyendo este brevísimo estudio iconográfico, la Victoria se asocia frecuentemente con la Paz, binomio muy repetido durante todo el siglo XVI: tras la Victoria (militar) llega la Paz.
Paz (con rama de olivo) y Victoria (mujer alada con palma y corona) acuden al socorro de dos mujeres y un niño. Grabado de Battista Angolo del Moro (Italia, 1515-1573).
Retrato de Giovanni delle Bande Nere de Medici, con la Paz y la Victoria sobre dos prisioneros Turcos, según un diseño de Enea Vico, en un grabado de Nicoló Nelli.
Efectivamente vemos como, hacia mediados del siglo XVI, artistas tan influyentes como Enea Vico o Virgil Solis proponen una alegoría de la Victoria despojada casi de atributos. Hacia 1569 un grabado atribuido a Nicoló Nelli nos muestra a una Victoria que, en pie sobre los despojos del enemigo vencido, no posee otro atributo más que su rama de palma.
La Victoria, según un diseño de Virgil Solis. Grabado fechado entre 1530 y 1562.
Según trae Ripa, una Victoria desprovista de alas, con palma y corona de laurel, se representaba en una medalla de Tito. "De este modo, quitándole las alas, mostraba Tito su deseo de que la Victoria no se apartara nunca de su lado" (Ripa, Iconología, "Victoria", v. Ripa 2002: II, 401).
Este ejercicio de simplificación no resulta aislado, pues también lo vemos en Alemania. En un alarde de originalidad, Ulrich Stampfer nos propone una Victoria con la palma en la mano pero sin alas (uno de sus elementos más característicos), y donde la corona de laurel, adorno del vencedor, se sustituye por una corona regia (exclusiva del monarca) (Alemania, 1555-1580).
Grabado de Jost Amman que, aunque aparentemente resulta bastante convencional (mujer sobre los despojos y sujentando la rama de palma y la corona de laurel), introduce algunas novedades. No solo apuesta por una alegoría sin alas, como viene siendo habitual desde mediados de siglo, sino que aporta una vestimenta bastante original (recordemos la pericia de este grabador suizo a la hora de dibujar todo tipo de indumentaria) e incluso adorna su cabeza con un yelmo, apartándose de los convencionalismos estilísticos tradicionales. El grabado, incluido en su Enchiridion Artis (Frankfurt, Feyerabend, 1578) se extrae del Stam und Wapenbuch hochs und niders Standts (Frankfurt, Sigmund Feyrabends, 1579).
El yelmo, por otro lado, es un atributo que no le es del todo ajeno. Años más tarde Ripa lo consolida como uno de sus símbolos: "Dos cosas son en efecto necesarias para lograr la victoria, a saber, la fuerza y la concordia, [...] la fuerza se nos muestra con el yelmo, pues resiste a los golpes que a herir la cabeza se dirigen" (Ripa, Iconología, "Victoria". v. Ripa 2002: II, 399).
El grabado de Cherubino Alberti corrobora una idea ampliamente extendida: "La victoria es la recompensa al trabajo" (Italia, 1570-1615)
Una imagen bastante clásica de la Victoria, representada como ángel alado entre nubes, acompaña a Julio César y Alejandro Magno, según un diseño de Maarten de Vos (Holanda, c.1581)
Detalle de una portada del francés Jacques Granthomme (1595-97)